Lamine Yamal brilla en Europa y anima al Barça
Una emocionante primera semifinal se llevó a cabo en el Lluís Companys, y el Barça necesita obtener la victoria en Milán si aspira a estar en Múnich. Fue una experiencia llena de altibajos que se vivió en el campo con la presencia de más de 50. 000 aficionados que colmaron las gradas, apoyando al equipo de Flick con un espectacular mosaico y un tifo que transmitía un mensaje muy claro: “Una missió: La Final”, que en catalán se traduce como “Una misión: La Final”. Este es el objetivo de un grupo que hace meses no habría imaginado estar luchando por regresar a la cima del fútbol europeo.
Comienzo desastroso. Nadie habría anticipado que el inicio sería tan difícil. Ni siquiera se había jugado un minuto y el Inter ya se adelantó en el marcador. Thuram sorprendió a la defensa azulgrana dentro del área y, con un magistral toque de tacón, puso al equipo nerazzurri en ventaja. Un golpe desconcertante que, sin embargo, se supo manejar dentro del juego. El equipo de Flick no abandonó su estrategia a pesar de ir por detrás, presionando y complicando la salida del balón para los italianos, que no lograron jugar con claridad durante los primeros compases del partido.
No obstante, las circunstancias no mejoraban, lo que quedó demostrado con el 0-2 en el marcador. Sin crear peligro en la portería de Szczesny, el Inter logró marcar nuevamente. En esta ocasión, Dumfries anotó tras un córner, dejando en silencio el Lluís Companys. Nadie podía creérselo. De la nada, el sueño parecía desvanecerse, y la eliminatoria comenzaba a tomar un rumbo adverso. Sin embargo, el equipo de Flick se levantó nuevamente, como ya había sucedido en numerosas ocasiones esta temporada. Esta vez, la reacción se debió, en gran medida, a la actuación de un talento excepcional.
Los seguidores del Barça creen que con Lamine Yamal, todo es posible, y no sin razón. Con un déficit de dos goles, Lamine asumió el papel de Messi. No es una exageración. Tomó el balón lejos del área y con un par de regateos se orientó hacia la portería. Avanzó, dejó atrás a todos sus rivales y con un disparo tenso y preciso, introdujo el balón por el palo largo de la portería de Sommer. Un golazo. Su tanto revitalizó a Montjuïc, y la afición volvió a creer. Pocos minutos después, Ferran logró el empate. 2-2 al descanso, ¡qué partido!
Previo a todo, Yamal realizó la jugada más destacada de la noche. Una acción que, aunque no resultó en un gol, le permitió establecerse definitivamente en el escenario europeo más importante. En lugar de finalizar la jugada, se adentró en el área y, tras deshacerse de Dimarco de una manera humillante, su potente disparo, casi sin ángulo, dio en el travesaño. La incredulidad por el hecho de que una genialidad tan destacada no haya terminado en gol fue tal, que el árbitro no se percató de que Sommer tocó ligeramente el balón y no señaló el saque de esquina.
La segunda mitad se desarrolló de manera similar a la primera. El Barça mantuvo la posesión del esférico, generando oportunidades para conseguir la remontada. Sin embargo, las jugadas a balón parado resultaron ser su punto débil en dos ocasiones. Nuevamente, tras un córner y a expensas de Dumfries, llegó el tercer gol. Aunque el desánimo fue palpable, duró poco. En una reacción vertiginosa, Raphinha decidió que no se podía dejar escapar este encuentro. El brasileño disparó desde fuera del área con fuerza, luego de un córner ejecutado por Dani Olmo. El balón parecía destinado a entrar y, tras golpear el travesaño, se coló en la espalda del portero interista, quien finalmente lo introdujo en su propia red. El marcador se igualó a 3-3.
A partir de ese momento, el resultado se mantuvo sin cambios. El Barça tuvo la oportunidad de ganar el partido, con argumentos para merecerlo. Lamine se acercó al cuarto con un disparo que impactó en el travesaño. No obstante, también había posibilidades de una derrota, ya que el fuera de juego salvó a los dirigidos por Flick de un nuevo gol encajado. Todo se decidirá en Milán, en lo que promete ser un partido de vuelta memorable y digno de ser recordado en la historia de la competición.